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Foto del escritorQuim Gómez

Padres entrenando a sus hijos... ¡Lo que hay que oír!

Para favorecer la fluidez del texto y evitar redundancias, siempre que se mencione "padre" se estará refiriendo tanto a padre como a madre, y cuando se mencione "hijo" se estará refiriendo tanto a hijo como a hija. Esta elección busca simplificar la lectura sin excluir a ninguna de las partes involucradas.

Según la Real Academia Española (RAE), el uso del masculino como genérico es una práctica gramatical tradicionalmente aceptada en el idioma español.


En el mundo del baloncesto, existe un dogma casi indiscutible: la implicación de los padres en el entrenamiento de sus hijos es negativa. ¿Afirmas con la cabeza mientras lees estas líneas? Déjame que te comparta algunas experiencias y hablamos al final del artículo.


Conectando que es gerundio


Empecemos con mi propia historia. Desde los 10 años hasta los 30, mi padre y yo compartimos más que una pasión por el baloncesto: compartimos un vínculo con una pelota como excusa mediante. Mi padre, lejos de ser un entrenador de formación, me acompañaba a entrenar y se enfocaba en lo que sabía hacer: el tiro. No, no era un experto, pero se fijaba en Bird, Margall, Oscar, Walter Davis y otros grandes tiradores e intentaba que yo pudiera integrar algunos detalles a mi juego. Además como yo era lentito (por ser generoso) me llevaba a correr, hacer sprints o subir cuestas.


Jugábamos uno contra uno hasta que la diferencia física lo impidió. ¿Creen que se dejaba ganar? ¡Nunca! Sus faltas y provocaciones me prepararon para la dureza del baloncesto competitivo. Este ritual nos permitió hablar sobre el colegio, la vida, la música, el cine. Era un tiempo de valor incalculable con mi perspectiva actual que, tristemente, cada vez es menos común en esta era de tecnología y vidas aceleradas.

¿El resultado de todo esto? Mejoré algo mis habilidades deportivas, entendí que casi todo en esta vida es un proceso y requiere paciencia y además forjamos una relación que trasciende el deporte.



Muy bonito, pero...y tú como entrenador ¿qué?


Cuando empezaba entrenando en minibasket asistí a una reunión de club y escuché al coordinador responsable decir a las familias que solo estaban allí para pagar la cuota, poner el coche y el agua a sus hijos. La verdad es que debido a mi background mencionado anteriormente, me sorprendió mucho... ¿Desconectar a los padres del proceso formativo de sus hijos, relegándolos a meros cajeros automáticos es el mejor de los caminos? ¿Para qué? ¿Para proteger nuestra parcela?


Diferenciemos entre ir a entrenar y ser el manager de tu hijo. La clave está en participar, no en dirigir. Entrenar CON tu hijo te permite seguir su evolución, entender cómo asimila correcciones, gestiona la frustración y, lo más importante, te ofrece tiempo de calidad para fortalecer la relación.


Paciencia, hijos míos

Recuerdo al padre de una niña de un equipo al que entrené hace años que en una ocasión me pidió muy educadamente que tuviera paciencia con su hija. Le pregunté si él invertía tiempo en la cancha con ella, ayudándola a botar o simplemente cogiéndole rebotes para infundirle confianza. ¿Su respuesta? "No tengo paciencia, no me escucha y acabamos discutiendo". Pedía paciencia a un entrenador externo pero no podía dedicar una hora a la semana para ayudar a su hija...

Vale, soy padre y quiero entrenar a mi hijo, me comprometo a tener paciencia ¿Por dónde empiezo?

Si eres padre o madre con conocimientos de baloncesto, tienes una ventaja: puedes ver y entender lo que ocurre en la cancha más allá del ruido y la confusión de un partido. La clave es dar instrucciones coherentes a lo que el entrenador de tu hijo propone, por eso digo siempre entrenar CON tu hijo y no A tu hijo.

Si no sabes nada de baloncesto, esta experiencia te permitirá entender lo complejo que es el deporte y acercarte a tu hijo de una manera diferente. Quizá hasta atempere tus ánimos en los partidos pues entenderás la complejidad de este deporte. Puede que, sorprendentemente, tu hijo sea quien te enseñe y te acerque al baloncesto y que ambos vayáis progresando -cada uno en su área-.


Este fragmento de Pistol: The Birth of a Legend (1991) dice tanto en tan poco tiempo (y sin necesidad de saber inglés)...


No me pises MI terreno

Si eres entrenador y ves a un padre que quiere ayudar a su hijo, ¡relájate! Tu decides si lo ves como amenaza u oportunidad. Dale herramientas sencillas como videos en YouTube y guías básicas. Esto puede potenciar las áreas que necesitan refuerzo en el tiempo extra que comparten. ¿No eres tú el mismo que se queja de que tus jugadores entrenan poco fuera de tus sesiones?

El beneficiado final será siempre el jugador. Podrá compartir tiempo y una pasión común con su padre mientras ambos aumentan su nivel de involucración y, aunque no los creas, si los acompañas con asesoramiento, ideas y seguimiento, estas familias irán a muerte contigo, al menos mucho más que si te opones o criticas


Be bitter or be better

Nos encontramos en un punto crítico donde la relación entre padres e hijos en el deporte (y en la sociedad en general) debe reevaluarse. ¿Estamos dispuestos a ver a los padres como recursos valiosos en el desarrollo deportivo de sus hijos o seguiremos relegándolos a la meros agentes semiexternos, ignorando el potencial de un vínculo fortalecido por el deporte?

Quizá toque reflexionar sobre el verdadero valor del tiempo compartido y cómo este puede impactar positivamente en la vida de nuestros deportistas (y por tanto de nuestros equipos y de nosotros mismos como coaches)

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